Los estragos de la desequilibrada economía brasileña continúan dejándose notar en el clima empresarial y social del país. Amainadas las manifestaciones contra los recortes sociales ejecutadas por el gobierno de Dilma Rousseff, son ahora los empresarias los que hacen saber su descontento y desconfianza con la situación que vive Brasil.

Así lo muestra el Índice de Confianza del Empresario de Pequeños y Medianos Negocios, realizado por el instituto de investigación Insper. En el último trimestre, la confianza de las pyme bajó un 1,3%, siguiendo la tendencia de los últimos meses en el país.

Esta disminución del optimismo se debe en parte, según el mismo índice, al contexto económico protagonizado por una inestabilidad de las tasas de interés, la caída de la renta y el aumento de la inflación, además de la apreciación del dólar.
Esta subida de la moneda norteamericana, del 9%, frente al real desde principios de año también está afectando al comercio de Brasil con Estados Unidos, al encarecerse las importaciones carioca desde territorio norteamericano.

La bajada de la confianza del grueso del empresariado brasileño refleja así la situación de incertidumbre que atraviesa el país en un sector destacado, ya que actualmente las pymes brasileñas representan el 20 % del Producto Interior Bruto (PIB) nacional.

Una incertidumbre que se deja notar especialmente en este ámbito y en los comercios de menor tamaño, quienes se hallan en el mismo proceso de adaptación económica que su país.

Alentada por las continuas inyecciones de capital público, la economía se ha resentido cuando, por precaución ante la alta cifra de inflación, se ha reducido drásticamente.

No obstante, los empresarios brasileños no pierden la confianza totalmente, aún con el desorden económico e incluso político que viven, ya que se avecinan momentos de verdadera bonanza (aunque pueda ser temporal) con la celebración en 2014 de la Copa Mundial de la FIFA y en 2016 de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro.