Los emprendedores de la organización
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Lunes, 02 de Abril de 2012
Definir emprendedurismo de manera unívoca es difícil; tampoco existe una teoría universalmente aceptada. No obstante, se ofrecen dos aproximaciones: una específica, que consiste en el proceso de identificar, desarrollar y dar vida a una visión, que puede ser una idea novedosa, una oportunidad o simplemente una mejor manera de hacer las cosas, cuyo resultado final es la creación de una nueva empresa, formada bajo condiciones de riesgo y considerable incertidumbre.
Otra aproximación abarcante, que implica desarrollo y crecimiento económico, energiza el crecimiento de las naciones, trae productos y servicios innovadores al mercado y juega un rol clave en las economías y sociedades en todo el mundo. Sin embargo, todavía persisten dos interpretaciones erradas con respecto a la noción emprendedurismo; una se la confunde con autoempleo, cuando las experiencias e investigaciones demuestran que tanto los conocimientos y habilidades como las implicaciones sociales y económicas del emprendedurismo de alto crecimiento y el autoempleo son dos caminos distintos, y otra se la iguala con innovación, siendo esta una consecuencia de aquella. El emprendedurismo ocurre tanto en la prosperidad económica como durante las crisis y declives.
Énfasis al proceso emprendedor
En el año de su 75 aniversario de influyente vida socioacadémica, la Facultad de Ciencias Económicas (UNA) inauguró el año lectivo 2012 en sus tres Escuelas constitutivas: Economía, Administración y Contaduría Pública, con un fuerte énfasis por parte de sus principales referentes a la práctica del proceso emprendedor.
Esto es loable y desafiante al mismo tiempo para sus profesores y estudiantes, pero necesario y oportuno en estos tiempos de volatilidad e incertidumbre. En este sentido, ¿es posible enseñar emprendedurismo? La respuesta es sí. El método emprendedor se puede enseñar a cualquiera, así como ocurrió con el método científico, lo afirma la profesora Sara Sarasvathy, quien enseña emprendedurismo en la Escuela Graduada de
Negocios Darden de la Universidad de Virginia, cuyos fascinantes trabajos de investigación son tan relevantes como originales, que se centran en los siguientes aspectos: distinguir el pensamiento denominado por la investigadora de efectivización o acto de ejecución emprendedora del pensamiento causal.
El razonamiento causal comienza con una meta predeterminada y los medios adecuados, y busca identificar la alternativa óptima –más rápido, más barato, más eficiente– para lograr la meta. Este es el mundo de los planes de negocios, de los cálculos del retorno sobre la inversión (ROI) y la diversificación del portafolio de la empresa.
El pensamiento de efectivización emprendedora, por otro lado, no comienza con una meta específica; en lugar de eso comienza con una serie de medios y permite que las metas ocurran contingentemente en el tiempo desde la imaginación variada y las aspiraciones diversas de los emprendedores y las personas con quienes interactúa.
En otras palabras, el razonamiento causal es acerca de cuánto uno espera ganar; el razonamiento de efectivización emprendedora es acerca de cuánto uno está dispuesto a perder. El pensamiento causal gira alrededor del análisis competitivo y la lógica de suma cero; en cambio, aquel abraza redes de relaciones. El pensamiento causal urge la explotación del conocimiento existente, mientras el pensamiento de efectivización emprendedora enfatiza lo inevitable de las sorpresas, sean estas buenas o malas. El pensamiento de efectivización emprendedora se centra en reinventarse continuamente o reinventar la organización continuamente.
Resultados casi mágicos
Desafortunadamente, aún no se piensa en la acción emprendedora como una habilidad, una que pueda ser enseñada en las instituciones educativas como razonamiento científico. Es tiempo de cambiar esta fotografía. Es relevante considerar que cada gran empresa, nacional o internacional, que existe hoy se inició como una pequeña empresa emprendedora impulsada por gente normal. En retrospectiva, sus logros resultan increíbles, como no realizados por medios ordinarios o aprendido por gente normal.
En este sentido, es importante señalar que los emprendedores se inician con tres tipos simples de recursos: quiénes son, sus valores, habilidades, y gustos; qué saben, su educación, experiencia y experticia, y a quiénes conocen, amigos, aliados, y redes de relaciones. Empleando estos medios, los emprendedores comienzan a imaginar e implementar posibles efectos que puedan crear con ellos. Sus planes son llevados a cabo y cambiados, revisados y eliminados si no funcionan a través de las acciones e interacciones con otros en la cotidianidad del día a día.
Desde la experiencia del CAES, las organizaciones con quienes interactúa tienen un gran potencial emprendedor; no solo es posible enseñar el método emprendedor en estas organizaciones, sino también es posible nutrir conjuntamente un clima emprendedor. Muchos todavía creen que los emprendedores nacen, no se hacen. En esta línea, el Centro Europeo de Innovación Estratégica con sede en Milán, que lleva a cabo investigación y docencia en administración estratégica, condujo un sondeo y encontró que el 68% de los líderes de negocios firmemente creen que los grandes innovadores nacen, no se hacen; a pesar de que la evidencia científica de los últimos 30 años ha probado exactamente lo opuesto.
Muchos de los rasgos que se asumen son genéticamente determinados son, en realidad, producto del ambiente de uno. Tómese a modo de ejemplo un famoso estudio sobre gemelos idénticos, cuyas edades estaban entre 15 y 22 años, encontró que mientras el 80% de diferencias en los cocientes de inteligencia fueron atribuidos a la genética, solo alrededor del 30% de sus desempeños en test de creatividad podrían explicarse de esa manera.
No obstante, Bill J. Bonnstetter y Ron J. Bonnstetter, directores e investigadores de una prestigiosa firma internacional de capacitación, identificaron y describen dos tipos de emprendedores: personas con mente emprendedora, quienes tienden a trabajar en equipo, y se sienten a gusto dentro de las organizaciones o dentro de los grupos, y emprendedores seriales, quienes tienen deseos de construir sus propios negocios, son más individualistas, tienen gran sentido de la urgencia y deseos de control.
El emprendedurismo como método y cultura organizacional genera a los emprendedores de la organización, cuyos esfuerzos, conocimientos, habilidades y avances se combinarán para producir crecimiento y riqueza, también saben que la misión de la organización está antes que el yo, que la confianza se construye en las relaciones (ver El primer requisito para convertirse en un gran gerente, Suplemento Económico, ABC Color 11 de marzo de 2012), y que el cambio tiene distintas velocidades: imperceptible, perceptiblemente lento, rápido y muy rápido. Ralph Waldo Emerson, filosofo americano del siglo XIX, lo afirmó de manera elegante: “siempre existen dos partes, la del pasado y la del futuro, lo establecido y el movimiento”.
Rasgos. Muchos de los rasgos que se asumen son genéticamente determinados; son, en realidad, producto del ambiente de uno. Fuente: www.abc.com.py
Riqueza. Los esfuerzos, conocimientos, habilidades y avances se combinarán para producir crecimiento y riqueza.
Crisis. El emprendedurismo ocurre